La erupción volcánica en la zona de Cumbre Vieja (España) está provocando coladas de lava a 1075 grado centígrados de temperatura que sepultan todo a su paso.

La actividad sísmica se ha reducido, aunque pasarán días o semanas antes de que el proceso eruptivo acabe. Todo depende de la cantidad de magma acumulada bajo la superficie, explican los expertos.

Exactamente medio siglo después de la última erupción volcánica en territorio español, la naturaleza vuelve a dejarse sentir en la isla de La Palma con toda su furia.

El espectáculo es majestuoso a la par que dramático. Aunque no hay pérdidas de vidas humanas y los planes de contingencia se cumplen, los ríos de lava que se deslizan por las laderas de El Paso a una velocidad de 0,7 km por hora arrollan todo a su paso.

Un centenar de viviendas han quedado atrapadas por el manto incandescente, según los primeros datos del Cabildo insular y el propio Ayuntamiento de El Paso.

La Guardia Civil ha evacuado ya a unas 5.000 personas de esta localidad y también de Los Llanos de Aridane y Tazacorte. Un total de hasta 10.000 personas podrían ser desplazadas producto de la evacuación, que sigue su curso.

Ante esta situación, el presidente de Canarias, Ángel Víctor Torres, ha anunciado que el Gobierno autonómico ya está redactando el borrador de un decreto ley urgente para poder reconstruir las viviendas afectadas por la erupción «con urgencia e inmediatez».

En el terreno se han observado dos fisuras de centenares de metros de longitud y separadas entre sí unos 200 m, que actúan como fuentes de emisión de piroclastos (los fragmentos sólidos expulsados) y lava.

La deformación del terreno acumula ya 19 centímetros, sobre todo en las inmediaciones de la erupción. También se está registrando un descenso de la sismicidad, aunque todavía hay algún temblor de baja magnitud.

El proceso eruptivo podría continuar durante días e incluso semanas. El depósito superficial de magma está cifrado en unos 11 millones de metros cúbicos (m3), según cálculos de autoridades locales.

Se ha fijado un radio de exclusión de dos kilómetros en torno a los puntos de emisión para minimizar el impacto de piroclastos y la exposición de gases.

La erupción estaría vertiendo diariamente a la atmósfera entre 6.000 y 9.000 toneladas de dióxido de azufre.

Con la información de Sputnik

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