En los últimos años, la población en muchos lugares del mundo ha asumido una visión integral de la planeación familiar. Aunque hoy persisten mitos en este ámbito, la planeación es abordada mucho más allá de la planificación o anticoncepción.
En un principio la planificación se centró en la lucha de las mujeres para utilizar ‘la píldora’, regular sus ciclos y eventualmente evitar embarazos no deseados, en el marco del ejercicio de su libertad. Pero hoy en día la planificación también se incluye dentro de un concepto más amplio de planeación familiar, enfocado en la construcción de un plan basado en la autonomía y la libertad alrededor de cuándo ser madres, ya que la edad dejó de ser un factor para impedirlo[.
Para entender qué aborda actualmente la “planeación familiar”, PlanM invita a conocer qué ocurrió desde la entrada de la anticoncepción.
La fertilidad en términos de libertad
Después de 60 años de la masificación de los productos anticonceptivos, aún permanecen mitos y temores en torno a su uso. Dentro de las razones más comunes se encuentra la ausencia de espacios para hablar de fertilidad libremente y las falsas creencias que se arraigan al imaginario colectivo.
La Organización Mundial de la Salud (OMS) ha calculado que, en los países en vía de desarrollo, cerca de 222 millones de mujeres desean posponer o evitar un embarazo, pero no utilizan ningún método anticonceptivo ni una planificación consciente en gran medida por no tener información clara, por el desconocimiento y por el miedo a efectos secundarios[5].
Aun así, desde la conferencia Internacional de Derechos Humanos en 1968, las mujeres han tomado mayor conciencia frente a los estereotipos que durante décadas determinaron su vida personal y profesional. A partir de esta fecha, la planificación familiar (enmarcada en el uso de anticonceptivos) se convirtió en un derecho fundamental y con ello surgieron movimientos feministas que empezaron a legitimar la autonomía sexual y reproductiva de la mujer.
Estos acontecimientos desataron controversias debido a la percepción sobre la mujer, pues se consideraba que la dimensión de la maternidad femenina era una obligación que biológicamente ya estaba determinada, y por ende la construcción de vida personal se veía guiada por unos parámetros sociales previamente establecidos.
Además, y a raíz de la “liberación” sexual de la mujer, se empezaron a incrementar los mitos propios de la idiosincrasia colectiva y se generó una ola de miedo frente a los planes de vida. Algunas culturas llegaron a prohibir el uso de algunos métodos anticonceptivos por el miedo a causar una infertilidad a largo plazo, y otras, en cambio, por factores socioeconómicos[9] se crearon “métodos caseros” que tuvieron resultados fallidos.
La ciencia detrás de la anticoncepción
Con la llegada de los métodos anticonceptivos, las mujeres experimentaron por primera vez una liberación en el ejercicio de la sexualidad, y aunque inicialmente estos métodos se crearon para regular los ciclos menstruales, permitieron la prevención del embarazo sin perder la concepción de la sexualidad humana como un aspecto fundamental e integral del ser humano.