MEDELLÍN. Trabajar y estudiar a la par es considerado un acto casi heroico. La disposición, la concentración y la disponibilidad para hacerlo es como armar un rompecabezas con el tiempo. Y si a esto se suma las responsabilidades sociales y familiares, en ocasiones, hay que hacer magia.
Eso le sucede a Víctor Bran, un estudiante del ciclo complementario de Ingeniería de Sistemas del Instituto Tecnológico Metropolitano, quien aprendió a distribuir su tiempo para terminar sus estudios profesionales. Va en sexto semestre y el último año fue todo un reto. “Estudiar de forma virtual fue un cambio brusco. Estaba acostumbrado a las clases presenciales donde había mucha interacción con el profe y los compañeros, a recibir clases frente a la pantalla de un computador, y en las que hay que poner mucho de tu parte para comprender y estar más concentrado”, explica Víctor.
¡Claro!, es que como a muchos, le toca sortear los caprichos de su gato, el ruido que produce el televisor o el equipo de sonido y los retos propios de la convivencia, para sacar adelante su proyecto de vida, que estuvo a punto de verse truncado por el tema económico pues llegó a un momento en el que le tocó elegir si continuar estudiando o pagar sus deudas. La estrategia Matrícula Cero fue un verdadero alivio para él. “Yo me sentí muy feliz y sé que muchos de mis compañeros respiraron tranquilos porque fue una verdadera ayuda. Algunos pudieron terminar ya su ciclo profesional y en mi caso, no tuve que aplazar mi proceso formativo”, finaliza.
Sara López Garcés, es cantante lírica por pasión y espera ser una gran administradora de empresas turísticas, área en la que se prepara en el Colegio Mayor de Antioquia, donde cursa séptimo semestre.
Estudiar casi un año de forma virtual ha sido una labor maratónica, en especial porque considera que la presencialidad es vital para el aprendizaje de su profesión. Esto sumado a que coordinar la agenda con sus compañeros para los trabajos grupales ha sido complejo.
Sin embargo, la noticia de no pagar un peso por la matrícula de su semestre, hizo que en su hogar se sintiera un alivio. Su padre es trabajador independiente y su madre tiene una condición de discapacidad. Ambas situaciones no le daban un panorama muy claro frente a su futuro académico. “Cuando no hay ingresos fijos, comienzan las preocupaciones, y tener el “colchón” de no pagar la matrícula fue muy bueno. Me gustaría regresar a la presencialidad pero no debo poner en riesgo a mi familia, pues ir a clases me toma una hora y media aproximadamente en un solo desplazamiento, entonces por ahora, mientras la situación mejora, toca estar en casa”, dice Sara.
Ella además espera poder terminar su ciclo formativo al igual que sus compañeros de clase, que tuvieron la oportunidad de continuar estudiando sin preocuparse por el pago de la matrícula, gracias a la Alcaldía de Medellín.