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Se prevé que la electrificación desempeñe un papel cada vez más importante como parte del esfuerzo por combatir el cambio climático y limitar el calentamiento global. Pero, ¿qué se puede hacer cuando los procesos industriales requieren otras formas de energía? El hidrógeno es un aliado importante en la descarbonización de ciertos sectores, por ejemplo, industrias químicas, industrias hambrientas de energía como el acero y el cemento, la aviación y el transporte marítimo.

 

Según varios estudios, incluido la “Hoja de ruta del hidrógeno en Europa: una vía sostenible para la transición energética europea”, el hidrógeno puede convertirse en un elemento esencial para acelerar la transición energética y generar importantes beneficios socioeconómicos y medioambientales. Para 2050, podría cubrir hasta el 24% de la demanda energética final y crear 5,4 millones de puestos de trabajo, además de contribuir a la reducción total de 560 millones de toneladas métricas de CO 2.

Solo el hidrógeno verde es sostenible

Sin embargo, no todo el hidrógeno es igual. Hoy el consumo global de este combustible asciende a alrededor de 70 millones de toneladas métricas al año, según el último informe de la AIE (Agencia Internacional de Energía). Sin embargo, más del 90% de este se obtiene reformando el gas natural o mediante la gasificación del carbón, ambos procesos que producen grandes cantidades de emisiones contaminantes y que alteran el clima. El hidrógeno producido de esta manera se conoce como » hidrógeno gris «. Algunos dicen que la adopción de sistemas de captura de carbono al final de este proceso reduciría su impacto ambiental, produciendo así lo que se llama » hidrógeno azul «. Pero también en este caso, existe un problema de sostenibilidad: tanto económico, porque los costos de captura y almacenamiento de CO2 siguen siendo prohibitivos y ambientales, porque el ciclo de producción no es capaz de capturar todo el CO 2 producido y, en cualquier caso, a lo largo de su cadena de producción, el proceso emite metano, otro gas que altera el clima, a la atmósfera.

Por lo tanto, el único hidrógeno 100% sostenible se conoce como “hidrógeno verde” , que se obtiene mediante la electrólisis del agua en celdas electroquímicas especiales alimentadas por electricidad producida a partir de fuentes renovables.

En línea con nuestros objetivos de descarbonización, nuestro Grupo ya planea implementar una serie de proyectos para la producción de hidrógeno verde mediante la instalación de electrolizadores alimentados con energía renovable y ubicados cerca de los sitios de consumo. De esta forma, suministraremos hidrógeno verde a nuestros clientes, minimizando la necesidad de infraestructura de transporte y, al mismo tiempo, contribuyendo a la estabilidad del sistema eléctrico. Estas actividades se lanzarán inicialmente en países como Estados Unidos, Chile, España e Italia.

Instituciones y la opción verde

El desarrollo de tecnologías asociadas con la electrólisis y un esfuerzo de industrialización masivo para esta cadena industrial deberían reducir el costo de los electrolizadores en un factor de seis. Esto, junto con la asequibilidad cada vez mayor de la electricidad producida a partir de fuentes renovables, podría hacer que la producción de hidrógeno verde sea económicamente competitiva con la del hidrógeno azul o gris. En concreto, la verdadera fuerza del hidrógeno verde será complementar el proceso de descarbonización y electrificación que estamos impulsando.

Tiene poco sentido promover el uso de ciertos recursos en sectores como la vivienda residencial, por ejemplo, que se pueden convertir en carbono neutral a un menor costo a través de la electrificación.

Por lo tanto, se debe considerar seriamente antes de promover soluciones como la distribución de hidrógeno mezclado con gas en los hogares para su uso en calefacción. Tales soluciones no solo implicarían problemas técnicos y de seguridad, sino que también impedirían el progreso hacia la eficiencia energética, sino que provocarían el efecto contrario: en realidad, prolongarían la dependencia del gas metano durante mucho tiempo.

De cara a la transición, por tanto, es fundamental que las instituciones organizaciones supranacionales como la Unión Europea o los gobiernos nacionales– adopten políticas de transparencia para indicar claramente a los consumidores las diferencias entre los distintos tipos de hidrógeno de tal forma que se facilite la elección de hidrógeno verde. También es necesario fomentar la producción local de hidrógeno verde en los distintos países, salvaguardando las cadenas de suministro y reduciendo la dependencia de las importaciones de combustibles fósiles.

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