Un reciente informe del Departamento Administrativo Nacional de Estadística (DANE) ha encendido las alarmas sobre un problema demográfico que podría afectar a Colombia mucho antes de lo previsto. Según el informe, el número de nacimientos de bebés vivos en el país ha disminuido drásticamente en 2024, con solo 145.416 nacimientos registrados en los primeros cuatro meses del año, lo que representa una caída del 14,6% en comparación con el mismo periodo del año anterior.
Este descenso inesperado en los nacimientos ha llevado a los expertos a reconsiderar las proyecciones demográficas anteriores. Inicialmente, se esperaba que el decrecimiento de la población comenzara en 2052, pero un estudio reciente del Banco de la República, titulado «Cambios demográficos recientes y envejecimiento poblacional», sugiere que el colapso demográfico podría estar ya en marcha. En el mejor de los casos, el decrecimiento comenzaría en 2043; en el peor, ya habría iniciado en 2022.
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Julio César Iglesias, analista económico, señala que las cifras del DANE no habían anticipado una caída tan significativa en la tasa de natalidad, lo que ha obligado a revisar las proyecciones demográficas del país. Según las estimaciones más recientes, la población de Colombia podría reducirse a 45,4 millones de habitantes para el año 2050, una cifra mucho menor a la esperada.
Este escenario plantea serias preocupaciones sobre el futuro económico del país. Con una población envejecida y un número decreciente de trabajadores, Colombia podría enfrentar desafíos importantes en términos de producción económica y sostenibilidad social. Iglesia advierte sobre las graves consecuencias que este «colapso demográfico» podría tener, y urge al Gobierno y a las instituciones a tratar el tema con la seriedad que merece.
La reducción en la tasa de natalidad no solo pone en peligro el crecimiento poblacional, sino que también podría desestabilizar el equilibrio económico del país. Con un mayor número de personas en edad de jubilación y menos jóvenes en el mercado laboral, la presión sobre los sistemas de pensiones y salud podría incrementarse significativamente, exacerbando las desigualdades y debilitando la capacidad del país para sostener su crecimiento económico a largo plazo.
En este contexto, la necesidad de políticas públicas efectivas que fomenten la natalidad y preparen al país para enfrentar este desafío demográfico se vuelve cada vez más urgente.