por Konuco | Ene 31, 2023 | Destacadas, Indígenas
A comienzos del siglo XX La Chorrera fue sede de la Casa Arana, una empresa del comerciante peruano Julio César Arana dedicada a la explotación del caucho.
ndígenas que sufrieron la barbarie desatada por la codicia de la bonanza cauchera y la del conflicto interno, reviven danzas con el fin de recuperar su cultura y borrar las huellas de su pasado que casi los extermina.
A simple vista, los bailes de los pueblos boras, ocainas, uitotos y mirañas que se ven en La Chorrera son monótonos.
Aunque, al adentrarse en su significado real, la verdad es otra, puesto que encierra la cosmovisión de los pueblos, que va desde su manera de pensar y ver el mundo, hasta su relación con la madre tierra y la naturaleza.
Aprueban organismo
La directora general del Instituto Amazónico de Investigaciones Científicas Sinchi, Luz Marina Mantilla, dice que en el camino de revivir las danzas ya fue aprobada la postulación que ese organismo y la Asociación Zonal Indígena de Cabildos y Autoridades Tradicionales de la Chorrera (Azicatch) hicieron ante el Consejo Nacional de Patrimonio Cultural (CNPC).
Mantilla confía en que más adelante los bailes van a hacer parte del patrimonio cultural inmaterial del país y destaca que uno de los aspectos más valiosos es que las danzas y los cantos son «un punto de encuentro entre todas las comunidades que, además, ayuda a eso que en Colombia llamamos resolución de conflictos».
Esas actividades culturales son también espacios para la transmisión de conocimientos, pues desde su etapa de preparación se narran y cantan los mitos de origen de los pueblos y se enseñan la importancia de trabajar mancomunadamente, las dietas alimentarias y el comportamiento personal.
Volver al comienzo
Los hombres, con el torso pintado de negro, penachos de plumas iridiscentes y en sus tobillos cascabeles que suenan a cada golpe de pie en la tierra, recuerdan que ellos son tan antiguos como «la gente del mundo» y, por eso, «nos resistimos a desaparecer», según dice Salvador Vitomas, que hace parte de las directivas de Azicatch.
Esas danzas son para traer abundancia, inaugurar una maloca -centro de reunión construido con troncos y palmas y que en La Chorrera es de unos 10 metros de altura-, entregar el mando, prevenir y curar enfermedades, hacer alianzas o finalizar conflictos con otros pueblos, entre otros motivos, explica.
«Son fundamentales (las danzas) para la pervivencia de los pueblos, son fundamentales para el cuidado de la vida, de la humanidad y el medioambiente y también por tener relación con la divinidad», que para ellos es la boa, una de las serpientes más grandes de Suramérica, explica.
También abarcan aspectos que tienen que ver con su arte expresado en la cerámica, los tejidos y el «conocimiento» de las plantas medicinales y ciclos de siembras y de caza.
«Mediante las danzas nos encomendamos (a sus dioses), nos sanamos de las enfermedades», acota el indígena que también considera que los pueblos de la región han sufrido una aculturación «que nos obligó a seguir una cultura ajena a nosotros».
Desgracias del caucho
Otro indígena, Salvador Remui, recuerda que los pueblos de La Chorrera y sus alrededores casi fueron exterminados por la codicia desatada en la época del caucho.
A comienzos del siglo XX La Chorrera fue sede de la Casa Arana, una empresa del comerciante peruano Julio César Arana dedicada a la explotación del caucho, que sometió a tratos crueles a los indígenas de la zona que eran forzados a trabajar en régimen de esclavitud.
La historia de la Casa Arana es contada en la novela «El sueño del celta«, del nobel peruano Mario Vargas Llosa, a través de las acciones de sir Roger Casement, un irlandés que estuvo al servicio diplomático del Gobierno británico.
«Las danzas y los bailes son importantes para nosotros porque con esa armonía nos conectamos con la naturaleza. En los cantos se nombran los peces, los ríos, los árboles y los animales. Cada baile y canto se hace en ocasiones especiales, como ceremonias de bienvenida, rezos, uniones (matrimonios) y en épocas de cosechas y siembras y para espantar los males que nos pueden afectar», explica.
Otras tradiciones
También hacen referencia al papel de la mujer en sus comunidades pues ellas «son las que manejan las chagras (pequeñas granjas) que son fundamentales para la alimentación de la familia en la que las labores de caza y pesca las realizan los hombres».
«Nosotros como hijos de la yuca dulce (base de su alimentación), el tabaco -con el que elaboran el ambil, una pasta negra que se come- y la coca -utilizada para masticar- queremos recuperar nuestras costumbres y tradiciones y, por eso, bailamos como forma de seguir viviendo», concluye Remui.
EFE
por Konuco | Ene 27, 2023 | Destacadas, Indígenas
«Incluso en las zonas muy desarrolladas y desforestadas, conceder títulos de propiedad a los pueblos autóctonos mejoró significativamente los resultados» en términos de preservación forestal, señalan investigadores.
Las zonas de la selva tropical atlántica en Brasil en manos de indígenas sufren menos deforestación si esos pueblos autóctonos poseen títulos de propiedad sobre las tierras, según un estudio publicado esta semana.
El estudio comparativo fue publicado por la revista científica británica PNAS Nexus. «Incluso en las zonas muy desarrolladas y desforestadas, conceder títulos de propiedad a los pueblos autóctonos mejoró significativamente los resultados» en términos de preservación forestal, indicó a la AFP Rayna Benzeev, autor principal del estudio e investigador de la estadounidense universidad de Colorado.
«Tras formalizar esos derechos, la superficie arbolada aumentó cada año como promedio un 0,77 %, en comparación con aquellas tierras donde no se concedieron esos derechos», explicó.
La selva atlántica brasileña (el segundo bosque tropical del país después de la Amazonía) se extiende a lo largo de unos 3.000 km de costa. Es un ecosistema muy acosado por la urbanización, la agricultura o la explotación forestal o minera.
por Konuco | Ene 23, 2023 | Destacadas, Indígenas
Tatiana Jacanamijoy Chicunque, joven Indígena del Putumayo representará a Colombia en el reinado internacional «Señorita Indígena de América 2023» que se realizará en Panamá.
Tatiana es del pueblo Kamentsa, del alto Putumayo, y representará a los pueblos Indígenas de Colombia, siendo aspirante a Señorita Indígena «Abya Yala 2023». El Reinado Internacional se realizará en Panamá, del 26 de mayo al 4 de junio de 2023 y su objeto es enaltecer la belleza de las mujeres que habitan en las comunidades ancestrales de cada país.
Tatiana Jacanamijoy es influenciadora en redes sociales y vocalista de una banda de metal llamada Demencia Crudo Metal.
por Konuco | Ene 22, 2023 | Destacadas, Indígenas
Por cerca de un mes se prolonga ya el bloqueo que los indígenas waorani de la comunidad nativa de Dícaro realizan en un campo petrolero de la Amazonía ecuatoriana, tras el reciente ingreso de la petrolera estatal Petroecuador, que ha asumido la operación desde enero.
Con una población cercana a los 300 habitantes, Dícaro es una de las ocho comunidades del pueblo indígena waorani que habitan en los bloques 16 y 67, ubicados en el Parque Nacional Yasuní, y la única que de momento ha iniciado una protesta desde el 25 de diciembre en coincidencia con el cambio de operadora de los bloques.
Este grupo de waoranis, un pueblo indígena que hasta hace prácticamente 60 años vivía de manera aislada del resto del mundo, reclama la reparación de antiguas contingencias ambientales por un derrame de crudo en 2008, una consulta previa sobre el ingreso de Petroecuador a los campos y un acuerdo directo con la petrolera estatal.
Para levantar el bloqueo, los nativos exigen que lleguen hasta el lugar a dialogar un nuevo convenio el ministro de Energía y Minas, Fernando Santos Alvite, y el gerente general de Petroecuador, Hugo Aguiar.
«Queremos que vengan personalmente aquí a conversar y llegar a un acuerdo. Si no vienen, vamos a seguir paralizados», señaló el presidente de la Dícaro, Robinson Coba.
Demandan acuerdo bilateral
Por su parte, Freddy Avilés, habitante de Dícaro, aseguró también que la comunidad está muy disgustada con la forma en la que Petroecuador ha ingresado a los bloques, «sin avisar».
Avilés destacó la ambición de la comunidad de tener un acuerdo directo con la empresa en lugar de uno conjunto con la Nacionalidad Waorani de Ecuador (Nawe), una entidad que abarca todo el territorio del pueblo waorani, repartido entre las provincias ecuatorianas amazónicas de Orellana, Napo y Pastaza.
«Las propuestas ya las tenemos. Las hemos presentado y enviado a las máximas autoridades del país, y ahora lo que estamos esperando es la respuesta. Quienes vengan a la mesa de diálogo deben ser representantes con la facultad de firmar el convenio, porque si no, la vía seguirá paralizada», aseveró Avilés.
A su vez, Karina Boya, otra vecina de la comunidad, deseó que las demás comunidades colindantes se les unan en la protesta, que no es compartida por la Nawe, a la que la comunidad acusa de ser portavoz de la empresa.
La comunidad teme un eventual ingreso de militares a la zona para reabrir la vía y el 11 de enero denunciaron un corte de suministro eléctrico, ya que la energía es provista por la empresa. Sin embargo, la Nawe aseguró en un comunicado que fue temporal y afectó a todo el bloque petrolero.
No corresponde consulta, según empresa
Consultada por EFE, Petroecuador señaló a EFE que corresponde al Ministerio de Ambiente señalar si existen o no asuntos ambientales pendientes en ambos bloques y ponerlo en conocimiento en las comunidades.
Sobre el reclamo de una consulta previa, la compañía afirmó que no corresponde su realización en este caso, ya que la norma exige aplicarlo para aquellos proyectos iniciados a partir de la entrada en vigor de la Constitución de 2008 y no es obligatorio para proyectos que estaban operando desde antes, como son los bloques 16 y 67.
La empresa pública mostró su intención de solucionar este conflicto, y para ello el Ministerio de Energía y Minas lidera un comité interinstitucional que analiza el pliego de demandas e ingresará al territorio para establecer una mesa de diálogo y negociación.
Producción estable
Pese al bloqueo, apenas se ha resentido la producción de los dos bloques, que en conjunto producen al día cerca de 15.000 barriles de crudo, ya que Petroecuador está abasteciendo las instalaciones y al personal por vía aérea a través de helicópteros y así salvar la carretera cortada por los indígenas.
Los bloques 16 y 67 están en explotación desde 1994 y hasta final de 2022 han pasado por diferentes empresas privadas, la última de ellas Petrolia, filial de la canadiense New Stratus Energy (NSE), con la que el Gobierno no quiso negociar la extensión de los contratos de servicios y migrarlos a contratos de participación, por lo que la compañía anunció en diciembre que recurriría a un arbitraje internacional.
Así, los campos pasaron a manos de Petroecuador, que este viernes ha anunciado la resolución de otro conflicto con indígenas waorani de la comunidad de Dikapare, en el campo Armadillo, del Bloque 55, también en Orellana, donde reclamaban la contratación de obra local, en una protesta que causó la caída temporal de 3.000 barriles diarios de petróleo en su producción.
EFE
por Konuco | Ene 20, 2023 | Destacadas, Indígenas
Autoridades colombianas denunciaron que entre los recientes casos de abusos sexuales contra menores de edad en el departamento del Guaviare hay 69 cometidos contra niñas de comunidades jiw y nukak, dos pueblos indígenas declarados en vías en extinción.
A principios de este año se comenzó a destapar varios casos de militares, que durante los últimos 5 años han metido violaciones y abusos sexuales contra menores de varias comunidades indígenas de esta zona.
A raíz de esta situación, por la que se ha cuestionado a instituciones como la Fiscalía por no hacer nada o desconocerla, el Instituto Colombiano de Bienestar Familiar (ICBF) ha revelado que tiene registrados 587 casos de denuncias entre 2018 y 2020 en este departamento del sur del país.
Ahora, el ICBF asegura que el 12 % de los casos reportados con denuncia penal en estos cuatro años -35 de niñas nukak y 34 de jiw- afectan a las comunidades jiw y nukak, comunidades que también se ven afectadas con otros problemas como el consumo de sustancias psicoactivas y pegante o una situación alimentaria crítica, que es la que en muchas ocasiones lleva a estos abusos.
«Según el informe de la comisión especial, esta situación de crisis alimentaria conlleva a que los niños bajen a buscar comida, lo que es aprovechado por posibles redes de microtráfico y de trata de personas en la región», informó la Presidencia colombiana en un comunicado, en el que no descarta que exista en esa zona «una red de explotación sexual y comercial de niños, niñas y adolescentes».
TOMAR MEDIDAS
El presidente Gustavo Petro anunció este jueves, desde Davos, donde asiste al Foro Económico Mundial, medidas urgentes para atender la situación que viven las niñas y adolescentes en el Guaviare, asegurando que se va a investigar a funcionarios del ICBF por posible omisión y también a los militares que pudieran estar involucrados en los abusos.
También habrá dos unidades especiales para atender a población indígena y otra especializa en violencia de género y se aumentará la presencia de policía de Infancia y Adolescencia en el territorio, así como puntos fijos e itinerantes de atención a víctimas e información para evitar nuevos casos.
La controversia se desató a raíz de la publicación de un reportaje de Univision en el que destapaban una supuesta violación de una niña indígena de 10 años por un militar estadounidense, información que fue desmentida por las autoridades colombianas y estadounidenses, pero que comenzó una oleada de denuncias por abusos y violaciones a menores indígenas.
De hecho, la Procuraduría informó la semana pasada que hay un proceso disciplinario contra seis integrantes del Ejército Nacional por presuntamente violar a una menor de 15 años perteneciente a la comunidad indígena nukak en la vereda (caserío) Charras, de San José del Guaviare.
De todos los casos recibidos por violencia sexual, el ICBF asegura que, a pesar de estas denuncias, no le consta ninguno cometido por fuerzas militares extrajeras y solo 3, en 2019, por militares colombianos.
Fuente: EFE