Todos sabemos que algunos animales, como los murciélagos y los delfines, utilizan la ecolocalización para navegar y encontrar comida en la oscuridad. Unos científicos descubrieron que los humanos también tenemos esta habilidad, aunque todavía necesitamos un poco de práctica.
La ecolocalización se produce cuando un animal emite un sonido que, al impactar contra una superficie, produce un eco que permite calcular la distancia hasta el objeto y su tamaño. Un nuevo estudio, llevado a cabo por un equipo de investigadores de la Universidad de Durham, en el Reino Unido, demuestra que también tenemos este sexto sentido.
Durante el experimento, 26 voluntarios de entre 21 y 79 años —tanto invidentes como sin problemas de visión— entrenaron durante 10 semanas para aprender a navegar por laberintos virtuales formados por intersecciones con forma de U y T y corredores en forma de zigzag. También tenían que identificar el tamaño y la ubicación de distintos objetos chasqueando la lengua
Al final del estudio, los participantes volvieron a poner a prueba sus habilidades de navegación, ya en otro laberinto, y los resultados fueron sorprendentes: se chocaron contra los objetos y las paredes con menor frecuencia que en los primeros días del experimento.
Varias semanas después, los participantes tomaron parte en una encuesta en la que contaron cómo influyó el entrenamiento en su vida cotidiana. La mayoría de los voluntarios —tanto los ciegos como los videntes— afirmó que le ayudó a mejorar significativamente su movilidad y su independencia en general. Curiosamente, algunas personas videntes mostraron incluso mejores resultados que las con discapacidad visual. La edad de los participantes tampoco afectó su habilidad de aprender la inusual técnica.
Los autores del estudio, publicado en la revista académica PLOS ONE, opinan que dicho método podría contribuir a la rehabilitación de quienes ya perdieron o solo comienzan a perder la vista.
Los científicos subrayan que no todas las personas accederán a utilizar la técnica en lugares públicos, pues todavía «existe un estigma asociado con el uso de este sonido en entornos sociales».
Sputnik