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En Colombia durante 2021, el 0,4 % de la población fue atendida en los servicios de salud por diagnóstico principal epilepsia.

La epilepsia es una enfermedad cerebral no transmisible crónica de causas diversas, caracterizada por crisis recurrentes, debidas a una descarga eléctrica excesiva de las neuronas, considerada como un trastorno neurológico, asociada eventualmente con diversas manifestaciones clínicas y paraclínicas.

Según la Organización Mundial de la Salud (OMS), alrededor de 50 millones de personas en todo el mundo padecen epilepsia; cerca del 80 % de quienes la padecen viven en países de ingresos bajos y medianos y su riesgo de muerte prematura es hasta tres veces mayor que en la población general.

«El Ministerio de Salud y Protección Social en materia de promoción de la salud mental y prevención de trastornos mentales cuenta medidas especiales de protección para las personas que padecen esta enfermedad», explicó Nubia Bautista, subdirectora de Enfermedades No Transmisibles.

Lo anterior a través de la implementación de la Política Nacional de Salud Mental, la Guía de Intervención del programa de acción para superar las brechas en salud mental (GI-mhGAP) y la Ruta Integral en Salud Mental en el marco del nuevo Modelo Integral de Atención en Salud (MIAS).

El número de personas atendidas por año en el 2018 fueron de 162.819, mientras que para el 2021 la cifra aumentó a 174.377.

El panorama

Bautista explicó que a lo largo del curso de vida, pueden presentarse situaciones que alteren el funcionamiento cerebral y constituirse como factores de riesgo para la epilepsia.

«Entre ellos se destacan los factores de riesgo en el embarazo dependientes de las condiciones maternas como la edad (menores de 18 años y mayores de 40 años), enfermedades previas y/o durante el embarazo», destacó la funcionaria.

«Estado nutricional, exposición a violencias, falta de control prenatal, amenazas de aborto o pretérmino, infecciones, accidentes, exposición a sustancias tóxicas, preeclampsia y epilepsia en la madre», afirmó.

Otros factores de riesgo se pueden presentar durante el parto como la prematurez, postmadurez, bajo peso, parto prolongado, parto rápido, parto múltiple, eclampsia, hipoxia y hemorragias maternas.

Así como los que pueden manifestarse a lo largo del curso de vida, entre los que se destacan las infecciones (meningitis y encefalitis), traumas, tumores, trombosis, hemorragias y malformaciones cerebrales, y las enfermedades metabólicas, enfermedades degenerativas, y la exposición a sustancias tóxicas

En cuanto a la relación de la epilepsia con la salud mental, diversas publicaciones señalan una alta frecuencia de psicopatología y una mayor prevalencia de trastornos psiquiátricos en pacientes con epilepsia que en la población general.

Siendo la depresión el trastorno más frecuente, con una prevalencia estimada según diferentes estudios entre un 20% en pacientes con epilepsia del lóbulo temporal y un 62% en pacientes con crisis parciales complejas resistentes al tratamiento seguida por los trastornos de ansiedad, trastornos psicóticos y Trastornos por Déficit de Atención con Hiperactividad (TDAH).

Adicional a lo anterior, las personas con epilepsia frecuentemente presentan problemas mentales asociados a la discriminación que experimentan en los entornos de desarrollo. Discriminación que se da como producto, muchas veces, del desconocimiento de las características de la enfermedad y especialmente de sus causas.

Por último, es importante destacar que, si bien, en el marco de la Resolución 2292 de 2021 se ampliaron las tecnologías de salud financiados con recursos
de la Unidad de Pago por Capitación (UPC), en favor del tratamiento de las personas con epilepsia, es fundamental hacer un diagnóstico oportuno.

Y garantizar así la continuidad del tratamiento y potenciar la rehabilitación integral orientada a la inclusión laboral, educativa y social; así como establecer acciones estratégicas de prevención de sus causas

Entre las que se destacan:

  •  Los controles prenatales para identificar y limitar el retardo del crecimiento intrauterino, la exposición fetal a infecciones como citomegalovirus y toxoplasmosis, y el uso materno de cigarrillo u otras sustancias potencialmente tóxicas.
  •  Los cuidados durante el periodo perinatal, con especial énfasis ante la presencia de condiciones maternas como pre-eclampsia y diabetes gestacional, garantizando la idoneidad de las personas que atienden el parto, y minimizando el riesgo de encefalopatías hipóxico-isquémicas, hipoglicemia neonatal e infección perinatal, sobre todo en partos prematuros y labores de parto prolongadas.
  • El control del riesgo de adquirir infecciones en los diferentes momentos del curso de vida como: meningitis bacteriana, encefalitis viral, malaria cerebral y neurocisticercosis.
  • Las condiciones de seguridad en los entornos donde se pueden presentar accidentes con consecuentes traumas craneoencefálicos, como la vía
    pública.
  • La afectación de los determinantes de los eventos cerebrovasculares con acento en la sana alimentación, la reducción del estrés y el control de patologías como la hipertensión arterial.
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