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El reciente terremoto de magnitud 6,8 que sacudió el centro de Marruecos ha generado gran interés debido a su inusual intensidad en la región, marcando el evento sísmico más fuerte desde 1900. El epicentro se localizó en las montañas del Alto Atlas, aproximadamente a 71 kilómetros de Marrakech, con una profundidad registrada de 18,5 kilómetros.

La causa principal de este sismo está relacionada con la colisión de las placas tectónicas que componen los continentes de África y Europa. Este proceso geológico en curso ha generado la fricción que impulsa el levantamiento de las montañas del Atlas. Es importante subrayar que la mayor parte de la actividad relacionada con esta colisión de placas, que avanza a una tasa de 4 milímetros por año, se concentra más al este, en el Mediterráneo, afectando países como Italia, Grecia y Turquía.

Dada la relativa inusualidad de terremotos de esta magnitud en Marruecos, este evento sísmico reciente resalta como un acontecimiento excepcional. Sin embargo, es fundamental recordar que la actividad sísmica puede ocurrir en áreas no tradicionalmente propensas a ello debido a la compleja dinámica de las placas tectónicas y la geología local. Por lo tanto, la vigilancia constante y la preparación para eventos sísmicos son elementos críticos en regiones que podrían ser sorprendidas por terremotos poco comunes como este.

La noche del viernes, el sismo dejó una devastadora estela de 2.012 muertos y 2.059 heridos, de los cuales 1.404 se encuentran en estado muy grave, según informó el Ministerio de Interior el sábado por la noche. La provincia de Al Hauz, epicentro del sismo, fue la más afectada, registrando 1.293 víctimas fatales, seguida de Tarudant con 452. A pesar de que la ciudad de Marrakech sufrió daños menores, la sacudida destruyó aldeas enteras, y es en estas áreas donde se concentran los esfuerzos de rescate. El domingo, numerosos residentes acudieron a los hospitales de la ciudad para donar sangre en apoyo a las víctimas.

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