Se ha generado todo un debate en torno al uso o no de la tecnología dentro de las comunidades indígenas. Hay quienes desaprueban la iniciativa que parece no tener vuelta atrás, ya que, aunque haya una postura reacia de no introducción de estos usos mediáticos, son esfuerzos que no se pueden contener, ya que las generaciones por si solas van imponiendo estas nuevas prácticas. El argumento de los dirigentes más conservadores es que se daría una degradación de la cultura, una especia de mutación cultural, que no estarían dispuestos a tolerar, pese que ya están inmersos en la adaptación de algunas prácticas occidentales a las que dicen hacerles frente, toda una contrariedad, que no tiene otra base argumentativa que el miedo.
Dice un dicho “si no puedes con tu enemigo, únete”, aunque en este caso para ser sincero no hallo como un enemigo a la tecnología, siempre y cuando se asocie con la cosmovisión indígena, siendo una herramienta para complementar sus practicas culturales o educativas.
“No hay que satanizar el uso de la tecnología dentro de las comunidades indígenas, ya que son un gran aliado hoy en día ante las problemáticas como necesidades que nos asedian. Se que es necesario darles un buen uso enfocado como ejemplo, en la educación, que estas herramientas sean a fin al contexto de las comunidades, además es un fenómeno del cual no se le debe privar a la comunidad, y apartarlas de un aliado que a mostrado ser para nuestras comunidades que han entrado ya adaptar estos avances tecnológicos”, expresó la docente étnica de la comunidad Koreguaje.
Para aquellos que resisten la ola de la tecnología en las comunidades indígenas, deberían primero evaluar los beneficios inmediatos que estos han traído a sus comunidades, antes de apresurarse a catalogarlo como ineficaz. Y no es que se invalide la preocupación de los líderes indígenas que hacen una defensa lógica en la protección a su cultura. Ya que sabemos que la tecnología sin que aterrice en el contexto, es un despropósito, lo cual coincido en sus temores, si bien fuera así, lo que bien me llevaría sin miramientos a catalogarla como si fuera una incursión peor que la armada, que acribillaría la cosmovisión.
Pero si dicha tecnología está anclada a una metodología, sin duda vendría a afianzar la cultura, tradiciones y demás, siendo un puente de enriquecimiento y una ventana de exposición al mundo para que se conozca su forma de pensar, ver, concebir, lo cual se le atribuiría para que el gobierno o organizaciones, lo tengan en cuenta, siendo herramientas para de ahí diseñar propuestas coherentes de políticas publicas y demás.
El debate sin duda seguirá abierto como señala el académico Feliz Carreño quien señala que: “se entiende el miedo por parte de las comunidades que temen al olvido de sus costumbres al dar apertura a nuevas prácticas y conocimientos, lo cual ellos ven como una colonización. Pero será algo inevitable que sus integrantes comiencen a interactuar con la tecnología, ya que tendrían que estar aislados del mundo como algunos lo están, pero al ya tener interacción con la cultura occidental, deben hacer una especie de convenios, acuerdos, en las que se deben incluir y de hecho se han incluido, estas herramientas, que han sido de gran provecho, pues estos obedecen ya a una necesidad, que bien pueden tener injerencia en la manera como ellos interactúan, lo cual esta bien al querer salvaguardar sus costumbres y demás”.